Diarrea del viajero: ¿cuales son las causas y cómo podemos prevenirla?

Ahora que estamos en verano, es habitual viajar para disfrutar de las vacaciones fuera de nuestro país de origen. Al visitar otras regiones, existe el riesgo de contraer la llamada diarrea del viajero.

Estefanía Dans

Ahora que estamos en verano, es habitual viajar para disfrutar de las vacaciones fuera de nuestro país de origen. Al visitar otras regiones, existe el riesgo de contraer la llamada diarrea del viajero. Esta es una enfermedad bastante común, que se calcula puede afectar a más de 10 millones de viajeros anualmente1.

También conocida como «diarrea del turista» o «gripe intestinal», esta afección se caracteriza por la aparición de tres o más deposiciones blandas en 24 horas, acompañadas de otros síntomas como náuseas, vómitos, dolor abdominal, fiebre, heces con moco, heces con sangre o urgencia defecatoria. Estos síntomas pueden manifestarse durante la estancia en el país de destino o en los diez días posteriores al regreso2. En la mayoría de los casos, la enfermedad es autolimitada y no es grave.

A nivel global, se estima que la diarrea afecta entre el 10% y el 40% de los viajeros, aunque la incidencia varía considerablemente según el país de origen, el destino, la duración del viaje (mayor duración implica mayor riesgo) y la estación del año (el riesgo es mayor en épocas de calor).

Según el destino de viaje, podemos valorar el riesgo de contraer la diarrea del viajero en2:

  • Zonas de alto riesgo: África (excepto Sudáfrica), América del sur, América central, sur y sudeste asiático, México, Haití y la República Dominicana.
  • Destinos de riesgo medio: Europa del sur y Europa del este, Asia central y este de Asia (incluyendo Rusia y China), Oriente medio, Sudáfrica y las islas del Caribe. 
  • Zonas de bajo riesgo: Norteamérica, norte y oeste de Europa, Australia, Nueva Zelanda, Singapur y Japón. 

Tener en cuenta que hay grupos poblacionales con mayor riesgo de infección como pueden ser la infancia, las mujeres embarazadas, la población anciana, personas inmunodeprimidas, pacientes de enfermedad inflamatoria intestinal, pacientes de cirugías gástricas y aquellos que están tomando antiácidos3.

¿Cómo se transmite la enfermedad?

Es una trasmisión fecal-oral a través de alimentos o bebidas contaminadas. Está causada por una infección causada por una bacteria, un virus o parásitos. En un 80% está producida por bacterias enteropatógenas siendo Escherichia coli (ETEC) la más común1

¿Qué podemos hacer a nivel preventivo?

  • Lavarse las manos con frecuencia: Especialmente antes de comer y después de usar el baño. Se deben lavar las manos con agua y jabón durante 20 segundos por lo menos y frotar entre los dedos y debajo de las uñas. También se puede usar gel hidroalcoholico. Es  importante que el agua con la que te laves las manos esté limpia. Seca las manos con una toalla limpia o al aire.  Mantén las manos alejadas de la boca. 
  • Sigue la regla “cook it, boil it, peel it, or forget it”2 : que sería algo así como “cocínalo, hiérvelo, pélalo o no lo comas”. 
  • Hay alimentos que suponen más riesgo como:
    • Ensaladas y vegetales crudos.
    • Frutas y zumos de frutas no embotellados. 
    • Salsas frescas o caseras (especialmente si están elaboradas con lácteos o huevo crudos, poco cocinados o no pasteurizados) o aliños (especialmente si están elaborados a partir de de fruta o vegetales crudos).
    • Carne poco hecha, mariscos, pescados poco cocinados o crudos (ceviches, sushis,…).
    • Comida cocinada que se haya dejado a temperatura ambiente (sin refrigerar), comida de puestos callejeros, comidas de buffet,…
    • Lácteos no pasteurizados.
    • Huevos crudos o poco cocinados.
    • Cubitos de hielo y agua del grifo o no embotellada. 
    • Los mariscos cocinados pero que provengan de aguas contaminadas con toxinas que son resistentes al cocinado. 
  • Alimentos más seguros:
    • Alimentos frescos muy bien cocinados que aún estén calientes en el momento de comerlos.
    • Zumos de frutas pasteurizados o bebidas, refrescos y agua que vengan embotellados.
    • Frutas lavadas y peladas por ti inmediatamente antes de comerlas y después de lavarse correctamente las manos.
    • Productos lácteos pasteurizados.
    • Té y café calientes (que hayan hervido previamente). 
  • Antibióticos: Aunque la causa más frecuente de contagio es bacteriana, ahora mismo no se recomienda el uso generalizado de antibióticos a nivel preventivo excepto en grupos de riesgo específico, donde será el médico el que nos indique qué antibiótico tomar y durante cuánto tiempo. 
  • Probióticos: aunque su uso no evita el contagio si parece que pueden ser una ayuda a la hora de prevenir la enfermedad2,4. En concreto Lactobacillus rhamnosus GG y Saccharomyces boulardii parecen ser los que más eficacia tienen. 

¿Qué hacer si tengo diarrea del viajero?

  • Hidrátate correctamente: la diarrea puede producir deshidratación. Es imprescindible reponer agua y electrolitos. Lo ideal es utilizar suero de rehidratación (recuerda incluirlo en tu equipaje). 
  • Haz dieta “blanda” o de protección gástrica:
    • Evita lácteos (excepto el yogur natural), legumbres enteras, verduras crudas y frutas crudas y con piel. 
    • Prioriza el arroz blanco, noodles o pasta refinada, pan tostado u otro cereal refinado. Puedes tomar tubérculos como la patata cocida.  
    • Las bebidas vegetales de arroz, avena y almendra (sin azúcar añadido) se pueden incluir.
    • En cuanto a fuentes proteicas, el tofu y el seitán se suelen tolerar bien. Valorar la tolerancia a legumbres trituradas y sin piel.
    • Si consumes proteína de origen animal, puedes incluir pescados blancos, carnes blancas y huevos (empezando por la clara y cocinados de manera suave).
    • Evita frituras y preparaciones grasas. No uses salsas.   
    • Prioriza la verdura cocinada, evitando las más fibrosas.  La fruta en compota o cocida y sin piel.
    • Come poco y a menudo.
    • Evita el alcohol y las bebidas con gas. 
  • Antidiarreicos: habla con tu médico previamente al viaje. La loperamida (Fortasec de toda la vida) reduce la frecuencia de las deposiciones y la urgencia defecatoria. 
  • Antibióticos: sólo bajo prescripción médica. Como ya os he comentado, en la mayoría de los casos la diarrea del viajero es una enfermedad autolimitada que remitirá sin necesidad de tratamiento.

Como ves, aunque la diarrea del viajero es relativamente frecuente, podemos reducir las posibilidades de contraerla mediante unas sencillas medidas de higiene y así continuar disfrutando de nuestras vacaciones sin molestias digestivas.

Bibliografía: